24 abr 2015

Libros

Libros.

Libros hechos de papel, libros hechos de cartón, libros hechos con sonido y que llaman audio-books, libros que existen solo adentro de una computadora o de esos aparatitos que llaman e-books. Libros de ficción o de no ficción, libros de teatro o libros de ensayos, libros en verso o en prosa, que tampoco es poca cosa. Libros sobre la realidad, o sobre las realidades, o sobre la falta de tal cosa. Libros basados en hechos reales o libros cuyas situaciones y personajes no están inspirados en la realidad y cualquier coincidencia con la misma es pura casualidad. Libros policiales, de misterio, de aventura, de amor, de ciencia ficción o de suspenso. Libros de cocina con recetas para hacer en una hora o en diez, cinco, cuatro, tres, dos, uno o ningún minuto, que se pueden saborear y son tan deliciosos como lo que enseñan. Libros de música con partituras, notas y figuras, con letras y números codificados, libros para cantar o para que nos canten. Libros de política, libros apolíticos, libros apocalípticos, libros apócrifos; libros capitalistas, socialistas, comunistas, anarquistas, marxistas, leninistas, radicales, peronistas, kirchneristas, anti-kirchneristas, ultra-kirchneristas, super-duper-kirchneristas, a-kirchneristas, anti-todo. Libros de izquierda, de derecha, del centro y adentro. Libros de historia local, nacional, mundial, intergaláctica. Libros sobre las estrellas, los planetas y el universo, libros sobre la tierra, sobre el agua, sobre el sol y sobre la gente. Libros con fórmulas científicas, códigos de computación, de enreversadas teorías matemáticas que yo no entiendo o con bellos poemas visuales que mueven algo adentro mío que nadie sabe muy bien qué es. Libros con ilustraciones, con fotos, con garabatos y con demás artilugios cuidadosamente seleccionados o tal vez directamente tirados al azar entre sus páginas por un autor, ilustrador o editor que no está muy seguro de lo que hace. Libros con pocas o muchas palabras, libros con historias que quieren ser cuentos que quieren ser relatos que son microficción y algún día anhelan llegar a ser novelas y volverse famosos. Libros que quieren ser libros, que quieren ser otro y que quieren sobresalir. Libros con centenares de páginas o tal vez sólo unas pocas pero que encierran muy apretadamente todo lo que estamos buscando. Libros hechos a mano, en computadora, con máquina de escribir o en una imprenta monstruosa. Libros escritos con tinta negra, con tinta gris, con tinta roja, verde, azul o de todos los colores del arcoíris. Libros transmisores de mensajes morales, de lecciones de vida o simplemente con una historia para contar. Libros para enseñar, libros para aprender, libros para evolucionar o para desaparecer. Libros con personajes memorables, detestables, profundos o tan planos como la hoja en la que están escritos. Libros con situaciones de ensueño, momentos de tensión o simples espacios de reflexión para distenderse y olvidarse de un mundo que a veces parece sacado de un libro. Libros que son mundos y que nos vuelven parte de ellos en vez de volverlos nosotros parte nuestra. Libros que recién llegan, que ya se van, que estuvieron siempre y uno no sabe de donde salieron o que fueron buscados incansablemente hasta que finalmente se los hace propios. Libros dedicados, libros autografiados. Libros pintarrajeados, libros amarillentos, libros empolvorados. Libros descoloridos. Libros de tirada única, de primera edición, o de tercera o cuarta pero con un valor agregado que nadie comprende. Libros viejos, milenarios, antiquísimos, reliquias hechas de papiros egipcios y con olor a abuelo. Libros nuevos con olor a tinta fresca recién salidos de la imprenta que los clona de a millones para saciar la sed de adolescentes ansiosos por saber como sigue la historia de su heroína o héroe favorito. Libros usados, desgastados, corroídos, despedazados, que se caen de a trozos y que pierden las hojas como si vivieran un otoño eterno, o libros que no se sabe como se mantienen de una pieza. Libros relucientes, rechinantes de limpios, impolutos, de un blanco y negro que encandila y enamora. Libros encontrados, libros perdidos, libros regalados, libros comprados, vendidos, heredados, prestados o robados. Libros propios, libros ajenos. Libros que se esfuman, libros que reaparecen, libros que se esconden.

Libros caros, inadquiribles, que se hacen desear con fervor y que completan algo incompleto en lo más profundo del alma cuando con mucho esfuerzo finalmente se los obtiene y saborea. Libros baratos, a precios absurdos, tesoros despreciados por un capitalismo salvaje y desinteresado; libros en mesas de saldo, bajados, rebajados y recontrabajados de precio, que piden por favor que los compren o que simplemente esperan quietos y en silencio a que uno los encuentre, conectado a ellos por un magnetismo invisible. Libros con precio, libros impagables, libros sin valor. Libros cargados de recuerdos, de historias no escritas, de memorias que nada tienen que ver con su contenido, ¿o tal vez sí?. Libros vacíos, libros en blanco pero llenos de caracteres, libros con su alma como una tabula rasa. Libros religiosos, libros ateos, libros agnósticos, Libros de Dios, de Satanás, de Zeus, de Alá, de Buda, de Krishna y/o de Mahoma. Libros prohibidos, libros mágicos, libros de encantamientos, libros de brujería y hechicería. Libros escritos, subrayados, borroneados, maltratados, descuidados, nunca queridos. Libros toqueteados, manoseados, violados y abusados. Libros vírgenes, libros sacralizados, libros jamás tocados y jamás leídos. Libros venerados, amados, mantenidos, acariciados y abrazados. Libros besados y que besaron alma y cuerpo, libros que llegan a lo más profundo del ser, libros que se nos quedan en las entrañas, libros atravesados en el hígado o en el corazón, libros que nos trascienden. Libros aventureros, libros discretos, libros nómadas y libros sedentarios.

Libros originales, libros falsos, libros plagio, libros fieles e infieles. Libros fotocopiados o anestesiados, multiplicados como los panes y los peces. Libros que nos engañan y libros a los que engañamos. Libros escritos en lengua natal, libros extranjeros, libros traducidos o codificados. Libros inentendibles. Libros que recorrieron el mundo, libros viajados, libros viajeros y libros que nos hacen viajar. Libros editados en Suiza y leidos en Perú, libros escritos en Japón y estudiados en Rusia. Libros políglotas. Libros en español, en ingles, en francés, alemán, chino mandarín, latín o escritos con runas indescifrables que quién sabe de dónde salieron o a que cultura pertenecieron. Libros de filología. Libros de lingüística. Libros de gramática. Libros con el alfabeto, libros con los números, libros con dibujos para colorear o con colores para dibujar. Libros para bebés, para niños, para púberes, para adolescentes, para adultos, para ancianos, para muertos, para santos, para fantasmas, ángeles, demonios o zombies. Libros para todos y todas, para ellas y ellos, para los que no son nada y son todo, para los que lo tienen todo y para los que no tienen nada.


Libros sobrevivientes, libros perdidos para siempre. Libros chamuscados. Libros mojados, llenos de arena, con manchas de té o café, con quemaduras de cigarrillo u olor a tabaco. Libros con flores prensadas y con su aroma impregnado, libros con billetes de hace cien años o de hace dos meses, libros con publicidades o mensajes secretos. Libros con marcapáginas, con las esquinas dobladas, con boletos de colectivo o con servilletas de un café que cerró hace demasiado tiempo. Libros que saben más de lo que dicen o que dicen más de lo que saben.  Libros peleadores, libros pacifistas, libros que reconcilian o que separan. Libros que ayudan o que complican, que tienen las palabras justas o la frase indicada. Libros que transmiten y son transmitidos. Libros que nos atrapan, libros que nos liberan, libros que nos arrojan de un lado a otro sin piedad. Libros insoportables, libros deliciosos, libros placenteros, libros estresantes. Libros en estantes, libros en la cama, en la silla, en el piso, en el escritorio, en el baño, en la bañera o encima o adentro del horno. Libros por todas partes. Libros desperdigados o acumulados, libros ordenados categóricamente bajo reglas específicas que sólo quien los posee, atesora y vigila conoce. Libros amados, libros odiados, libros que son indiferentes. Libros que hacen llorar, que hacen reír, que hacen gritar o que hacen que den ganas de tirarlos por la ventana de un tren en marcha y verlos deshacerse en pedazos que se vuelven cada vez más chiquitos a medida que nos alejamos de ellos. Libros jamás leídos, libros leídos y releídos, libros únicamente presumidos. Libros que se mueven solos. Libros que se leen solos. Libros que nos leen, que nos entran por un oído y nos salen por el otro. Libros que no hacen nada, que no sienten, que no existen más. Libros por existir, libros por escribirse, libros que nunca fueron escritos; libros que ya nadie recuerda, libros que uno prefiere olvidar, libros que son inolvidables, libros siempre presentes.

Libros con historias felices, con historias tristes, con finales alegres o deprimentes. Libros parecidos a nosotros. Libros buenos, malos, regulares, aburridos, divertidos, comerciales, bestsellers, worstsellers, mainstream, underground, top, chic, down, boho, pop, steampunk, goth, emo, freak, hipster, distopías, utopías, entropías, anatomías de un libro que es uno y millones a la vez pero que es irrepetible en su inmensitud. Libros infinitos. Libros únicos como el ADN, como las huellas digitales, como los granos de arena de la playa. Libros personales, libros sin persona. Libros que buscan dueño o que ya lo encontraron. Libros insoportablemente vivos, libros eternos, que nunca mueren. Libros que vieron nacer a la humanidad, libros que la verán morir. Libros que lo saben todo, libros que contienen la vida entera de una persona, una vida tan insignificante que se cuenta en ciento y pico de páginas o tal vez menos. Libros denigrantes, insultantes, absurdos. Libros escritos por Shakespeare, Milton, Lord Byron, Mary Shelley, Moliérê, Balzac, Jane Austen, Dostoyevski, Bocaccio, Urasawa, Dante Alighieri, Cervantes, Quevedo, Garcilaso de la Vega, Virgilio, Virginia Woolf, Victoria Ocampo, Julio Cortazar,  Jorge Luis Borges, Mario Vargallosa, Eduardo Galeano , Agatha Christie, Stephen King, J. R. R. Tolkien, J. K. Rowling, G. R. R. Martin, Daniel Handler, Lemony Snicket, Stephen Sondheim, Michael Ende, Cornelia Funke, Isabel Allende, Liliana Bodoc, Guillermo Martinez, Tomás Eloy Martinez, Cumbio, Belén Francese, Moria Casán, El Rubius, Lanata, el famoso que inventaron antes de ayer en la tele o la persona que se murió, estuvo en un escándalo o por alguna razón es parte de la opinión pública y en un instante ya tiene ocho libros sobre todo lo que necesitamos saber acerca de él o ella. Libros de escritores muertos, de escritores vivos, de escritores que aún no existen porque no salen en las revistas. Libros que leemos por placer, libros que nos obligan a leer, ya sea un tercero o el libro mismo. Libros de todo lo que uno pueda imaginarse: para ciegos, para sordos, para mudos, para enfermos, para sanos, para estudiantes y profesionales, libros para gente que ama o aborrece leer. Libros que no son libros. Libros sobre otros libros. libros vivos. Libros que lo son todo. Libros vivos.

Tan solo libros.