Se hunde, primero lentamente, latiendo con una rapidez extrema ante el nuevo panorama; el frío impacto de las aguas heladas lo hace estremecerse al tiempo que su alrededor se tiñe de rojo, vaya a saber uno si por la sangre o por los pecados eximidos. Poco a poco, el ritmo de los latidos se va acompasando, volviéndose uno con el latir mismo del mar. Una sola melodía suena, adaptándose este nuevo instrumento a la orquesta sinfónica de las profundidades; una sola melodía, cargada de alegría, libertad y todo, que se prolonga para siempre a lo largo y a lo ancho del océano.
Toca fondo por fin con un golpe seco. Retumba con un sonido sordo, despliega una sangrienta sonrisa y se desvanece para siempre en su soledad.
-o-
El cuerpo escindido se siente solo y se tambalea en tierra.
Camina, primero inseguro, pensando cada paso con detenimiento ante la nueva perspectiva;la calurosa sábana que despliega la noche sobre él lo hace detenerse al tiempo que su alrededor se tiñe de azul, vaya a saber uno si por las lágrimas contenidas que nunca salen o por las alegrías renegadas acumuladas en tantos años. Poco a poco, retoma su marcha, volviéndose uno con la respiración misma de la tierra. Una sola melodía suena, adaptándose este nuevo instrumento a la orquesta fúnebre de la superficie; una sola melodía, cargada de tristeza, melancolía y nada, que se prolonga para siempre a lo largo y a lo ancho de la tierra.
Llega a destino por fin con un paso seguro. Habla con un vozarrón mudo, contrae su rostro en una triste mueca y se resigna por un rato a ser feliz.
-o-
¿No sería genial, pregunta alguien, cerrar los ojos y ver algo más que esto? Pero no es esa la manera: las cosas van a cambiar, las batallas peleadas no serán en vano, las penas sufridas y las alegrías vividas van a reflotar, tan solo toma tiempo. Y tiempo es, precisamente, de lo que más disponen.